jueves, 15 de febrero de 2018

¿Está España preparada para la subida de tipos? 4ºESO

CincoDías
José Antonio Vega



Empresas y familias están mejor dispuestos que el Estado. Y todo dependerá de la tregua del BCE y del precio que alcance el dinero

Cuando en julio de 2012 el presidente del BCE dijo en la City londinense: “Haremos todo lo que sea necesario para preservar el futuro del euro, y créanme que será suficiente”, nadie imaginaba cuánta artillería tendría que disparar para ser realmente suficiente. Desplegó liquidez a manta, puso los tipos de interés en el 0%, cobró por los excedentes de tesorería depositados por la banca en su caja y compró deuda a mansalva de Estados y de empresas para aliviar sus balances, y todo ello sin calendario cerrado. Era la señal de Mario Draghi que todos los europeos estaban esperando porque nadie daba un duro por el euro, y los planes de contingencia de muchas empresas y algunos Estados por si había que volver a las monedas nacionales estaban avanzados.


Pero Draghi no esperó hasta el 26 de julio para viajar a Londres y soltar la bomba porque sí; lo hizo una vez que España, Rajoy, anunciara el día 11 un fuerte recorte de gasto público, con eliminación de una paga a los funcionarios, una rebaja de la prestación por desempleo, la eliminación de la castiza deducción por compra de vivienda y el incremento del tipo general del IVA desde el 18% al 21%. Draghi habló cuando España hizo lo que tenía que hacer para hacer sostenible el propio Estado, porque hasta entonces era el auténtico enfermo terminal de Europa y pocos fuera del país consideraban que pudiera salir adelante sin un rescate integral, añadido al que había solicitado en junio para recapitalizar las cajas de ahorros. Y nadie confiaba en la capacidad de España porque había acumulado uno de los niveles de deuda privada y público más descomunales del mundo. Las empresas, para ampliar inversiones; las familias, para costear casas compradas compulsivamente; los bancos, para atender la demanda no menos compulsiva de crédito privado, y el Estado, para nacionalizar la quiebra sucesiva de los agentes privados y atender el avance de los estabilizadores automáticos (desempleo) y la pérdida súbita de ingresos generados por la recesión (70.000 millones menos por la contracción de las bases imponibles). Haber vivido muy por encima de la capacidad de autofinanciación había puesto al país bajo sospecha, una condición que se ha ido relajando poco a poco con el activismo del BCE y unas pocas pero intensas reformas que han devuelto el crecimiento económico y el empleo.

La cuestión es si España puede sostenerse hoy si el expansionismo monetario se para, si las facilidades de crédito se contraen y si el coste de la financiación se dispara. En definitiva, ¿está España preparada para afrontar la subida de los tipos de interés que ya ha empezado al otro lado del Atlántico y que terminará llegando al Viejo Continente? ¿Han reducido convenientemente su deuda para soportar las facturas financieras el Estado, las empresas y las familias? ¿Hasta qué punto puede subir el precio del dinero? ¿Dónde está el umbral que hace insoportable el dolor?
La primera respuesta es que la sociedad española está mejor preparada para hacer frente a un shock de tipos que en 2012, pero en absoluto del todo preparada para cualquier tipo de shock. Para empezar, el volumen de endeudamiento, dependiente en buena parte de acreedores externos, no se ha reducido desde los máximos alcanzados en 2012, aunque sea relativamente menor sobre el PIB y los deudores hayan mutado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario